La zona donde está el hotel cuenta con muchas ventajas (a pie de playa -por una escalera de madera-, aparcamiento gratuito y vistas increíbles, con acceso a una ruta senderista espectacular), silenciosa para dormir pero está algo venida a menos. De hecho, hay un gran edificio abandonado presidiendo la calle y no hay bares ni restaurantes, excepto el del hotel y el de justo debajo. La zona está desangelada y hay que caminar unos 15 minutos para llegar al centro de Lagos. Tanto el acceso bordeando el mar como el de la carretera es demasiado solitario para mi gusto. Lo positivo, que en Lagos hay mucho jaleo y aquí se duerme muy bien.
Debajo sólo hay una tienda y una chiringuito y el hotel no sirve comidas, salvo algún sandwich ligero o hamburguesa, como en la piscina. La tienda de un poco más arriba, en el cruce, está mejor. Y restaurantes, o un poco más arriba o en el centro, donde merece la pena ir. Abajo en la playa hay uno, pero nada de paellas ni nada demasiado elaborado (¡con lo bien que se come en el centro!).
Está muy bien la terraza de la azotea con vistas, que suplía las de nuestra habitación, a un patio interior que, si bien era agradable por las plantas, no tiene nada que ver con las fotos, y el desayuno bufé completo y variado (muchas frutas).
Se echa de menos minibar para tener agua fresca en la habitación.
La atención del personal muy buena, especialmente la del chico de recepción, que nos indicó muy bien cómo seguir el sendero para hacer la ruta a pie (altamente recomendable).
positivo:
Acceso a la Playa de Santa Ana y vistas desde la piscina, aparcamiento gratuito y desayuno.
negativo:
Comunicación con el pueblo, zona algo abandonada (desierta por la noche). Sin minibar en la habitación. En muchas habitaciones no se ve el mar ni de refilón.